lunes, marzo 19, 2007

La exposición de la vida cotidiana

El colectivo feminista Artísimas apuesta por un arte comprometido y social en el que importa lo diario

EL PAIS, País Vasco
Están hartísimas de la figura del genio en el arte, de la precariedad de las mujeres artistas, de una sociedad patriarcal en la que la competitividad y el individualismo son valores en alza. Las ocho mujeres que integran desde enero el colectivo de artistas feministas Artísimas apuestan por un arte colectivo, comprometido y social que muestra las vivencias cotidianas de las mujeres. "Es un nombre potente para darnos a conocer, pero no sólo nos quejamos: proponemos y construimos", subrayan.

El feminismo como discurso en el que encontrar respuestas vitales llevó a ocho mujeres de trayectorias diversas a trabajar en lo que denominan arte público de nuevo género. "Frente a las grandes estadísticas, nos interesan las historias personales, aquellas que los medios no reflejan pero construyen barrios, crean colectivos, sostienen economías...", explica Garbiñe Larralde. "Con esas historias tocamos ejes transversales como el concepto de clase, la raza, o la heteronormatividad", añade Itsaso Eroa. La precariedad laboral es un tema que siempre está presente en su trabajo porque sienten que une a todas las mujeres.

Artísimas desarrolla ahora el Laboratorio Artísimas Vecinas, un proyecto en el barrio bilbaíno de San Francisco -realidad que viven de cerca desde su local en BilbaoArte-, en el que serán las mujeres del barrio las que registren sus propias vivencias. "Les enseñaremos unos conceptos básicos de fotografía y les proporcionaremos cámaras. Con esas fotos elaboraremos un horóscopo en torno a la salud, el trabajo y el amor. Con frases típicas de la astrología como pie de foto, mostraremos el contraste entre cómo les gustaría que fuera su vida y cómo es", explica Teresa Portugal. La presentación del trabajo se realizará en verano dentro de las jornadas Arroces del Mundo, que se celebran cada año en el barrio bilbaíno. Las obras serán expuestas, además de en BilbaoArte, por todo el barrio, en comercios, bares, e incluso plantean colgar fotos en los tendederos de las vecinas. "Teníamos miedo porque San Francisco es un barrio laboratorio y la gente está cansada de tantos estudios. Pero nos acercamos con humildad y están respondiendo bien. No se trata de llegar con nuestra idea genial sino conocer su problemática y plantear soluciones creativas para hacerla visible", destaca Larralde.

El colectivo está dando forma a una acción en Benicàssim que consistirá previsiblemente en barrer las playas para denunciar la invisibilidad del trabajo doméstico, y prepara una exposición junto con estudiantes de Bellas Artes. "Se titula Love me tender y nuestro objetivo es desmontar el mito del artista y las ideas románticas de las alumnas, y denunciar la precariedad en la que vivimos las mujeres artistas. Mujeres curtidas en el arte les harán ver que no se vive tan bien ni se gana tanto dinero", explica Larralde.

El pasado 8 de marzo el colectivo salió cámara en mano a preguntar a las manifestantes de qué están hartísimas. Por otro lado, Larralde y Eroa han sido premiadas en febrero en el concurso de instalaciones artísticas de Zubiarte. Su obra, Las señoritas de Zubiarte, consiste en unos tendederos instalados en los balcones del centro comercial bilbaíno, de los que cuelgan fotos de prendas de las trabajadoras de Zubiarte. El trabajo, que pretende humanizar el centro, visibilizar la labor cotidiana de sus empleadas y plantear interrogantes sobre los patrones de consumo y los estereotipos, se completa con un vídeo que muestra las entrevistas personales que ayudaron a gestar el proyecto.

La instalación, por la libertad que da; la acción, porque propicia la interactividad, y el audiovisual, porque está muy presente en la sociedad actual y permite registrar el proceso de creación, son los tres lenguajes que más utilizan. Frente a la imagen del genio creador individualista y el mensaje de que sólo quienes tienen un gran ego triunfan, ellas defienden que el trabajo colectivo es mucho más enriquecedor. "Creemos en la colaboración y la cooperación para resolver problemas creativos", afirman. Definen su trabajo como arte feminista, afirman que el arte por el arte les parece vacío y frívolo, y defienden que toda obra es arte político.

lunes, marzo 12, 2007

Slow Travel: viajar sin prisa

Una filosofía que aboga por integrarse en el lugar de destino, comunicarse con sus habitantes y formar parte de sus costumbres

Consumer.es, Viajes

El Movimiento Slow ("despacio", en inglés) nació en los años ochenta como reacción a un ritmo de vida trepidante. El estrés, considerado por muchos especialistas como la enfermedad del siglo XXI, y las costumbres estadounidenses de recurrir a la comida rápida, almorzar mientras se camina y pasar el domingo en un centro comercial, han terminado calando en nuestra cultura latina, tradicionalmente más sosegada. El Movimiento Slow recupera el placer de vivir sin prisas, disfrutando de la riqueza que supone la diversidad y de los pequeños placeres de la vida. Esa filosofía se ha trasladado al turismo con el llamado slow travel y la creación de slow cities.

El primer ámbito en el que se centró el Movimiento Slow fue el de la alimentación, contraponiendo el slow food al fast food: alimentos de calidad, con denominación de origen, bien cocinados y acompañados por un buen vino y una presentación agradable y cuidada. Es decir, una tendencia opuesta a las hamburgueserías o la comida de buffet, que establece cimientos tras los que incluso se han realizado protestas y actos reivindicativos. Además, las asociaciones del movimiento organizan ferias gastronómicas: la más importante el Salón del Gusto, en Turín, Italia, país que se considera la cuna del movimiento.

Otra clave de la filosofía slow es la defensa de la diversidad en las costumbres, la gastronomía, el folklore, la lengua... Rechaza por tanto que en todos los países se haya extendido el american way of life, el estilo de vida estadounidense, que se plasma en una vestimenta uniformizada; en la moda de pasar todo un día en un centro comercial consumiendo sin parar -compras, bolera, cena y cine-; en un mayor aislamiento y menor comunicación entre los miembros de la comunidad; en la imitación de costumbres, jergas y valores que transmite el gigante americano y, por consiguiente, el abandono de lo autóctono.

La fast life ha alcanzado ya al turismo. Los viajes programados, los paquetes 'todo incluido', los hoteles low cost que ofrecen un confort y unos servicios mínimos para que la persona sólo pernocte en ellos, son vicios cada vez más frecuentes en los viajeros. Los turistas de hoy desean visitar lo máximo posible en un tiempo récord, no se comunican con los autóctonos ni se acercan a sus costumbres, planifican cada paso de la visita, se sienten seducidos por viajar lo más lejos posible, y acaban pasando más tiempo en el avión o en la carretera que en el destino. Los vuelos de bajo coste permiten caer en la tentación de viajar a ciudades lejanas para pasar unos dias maratonianos de un fin de semana en el que ver todos los museos, edificios emblemáticos y enclaves célebres. El estrés de la vida cotidiana no se abandona ni durante las vacaciones.

El slow travel, en cambio, es un estilo cercano al de los mochileros . El objetivo del viaje no es visitar una ciudad o zona sino descubrirla, conocerla, disfrutarla, e integrarse en ella.

Para ello es imprescindible no tener prisas: elegir un destino que sea viable conocer bien en los días de los que disponemos, no marcarse metas cuadriculadas y atreverse a improvisar. Una máxima de este espíritu es disfrutar tanto del viaje como del destino, es decir, elegir el tren para contemplar el paisaje o la bicicleta para fundirse con él. De ese modo, se evita el avión y la obsesión de hacer en coche el máximo número de kilómetros por hora sin permitirse parar en los pueblos agradables que se encuentren por el camino.

En la ciudad qué mejor que caminar para ver de cerca todo y reaccionar ante cualquier estímulo interesante: una fachada bonita medio escondida, una cafetería con encanto, un restaurante típico... Claro que andar no significa planificar rutas interminables que dejan al viajero exhausto y le impiden disfrutar. Sin duda, charlar con los autóctonos es la mejor manera de conocer un lugar, sus costumbres y la idiosincrasia de sus habitantes. En el Norte la gente suele ser más fría y distante, pero en los países del Sur y, especialmente, en los pueblos o barrios más pequeños, siempre habrá una persona encantada de mantener una enriquecedora charla y orientar al viajero para que éste descubra los lugares más auténticos que no aparecen en las guías.

La idea central es, en definitiva, integrarse en la sociedad que queremos descubrir en lugar de mirarla como quien contempla un escaparate. Un ejemplo claro es la comida: es habitual que los turistas terminen almorzando en las franquicias de comida rápida o en restaurantes de comida internacional en vez de buscar tascas en los que probar los sabores más ancestrales de la tierra.

En cuanto al alojamiento, en medios rurales la opción más agradable es la casa rural: enclavada en un entorno bello, el huésped disfruta de su cuidada decoración, de un desayuno casero, y de una atención amable por parte de los dueños y del resto de personas alojadas en él. En destinos turísticos, los complejos hoteleros son el colmo del ostracismo. El turista pasa todo el día en sus instalaciones de corte occidental sin tener el más mínimo contacto con la realidad social del país, su arquitectura, su modo de vivir la noche, de comer, de comunicarse... Puntacana, en la República Dominicana, lugar que muchos llaman la cárcel de oro, es el claro ejemplo de cómo viajar a un país sin conocer absolutamente nada de él. A falta de hoteles rurales, es mejor decantarse por pensiones pequeñas en las que el trato sea familiar.

Otros dos vicios característicos de los turistas que critica el slow travel son la fijación por la cámara de fotos y la guía turística. La realidad no es la misma a través del objetivo que mirándola a la cara. Aunque es agradable recordar en papel o en la pantalla del ordenador los momentos más especiales, una fotografía es incapaz de transmitir tanto como la realidad y el hecho de tomarla distrae. Además, una fotografía de un edificio con el tiempo nos dirá lo mismo que cualquier postal. Por tanto, es más acertado olvidarse de ella y rescatarla sólo para inmortalizar momentos, gestos o actitudes inolvidables de las personas. La guía debe ser una pequeña ayuda, no un salvavidas. Su utilidad es que no nos perdamos pero el slow travel se pregunta: ¿y por qué no hacerlo? Animarse a dejar a un lado el mapa, callejear guiándose sólo por impulsos o por consejos de las personas autóctonas es probablemente la mejor manera de conocer el lugar de destino.

Ciudades lentas
El movimiento slow ha impulsado la creación de las slow cities. Las ciudades que cuentan con este distintivo o el sello de calidad Cittá Slow ofrecen al habitante y al visitante una calidad de vida que se plasma en la abundancia de zonas peatonales y zonas verdes, el cuidado de la gastronomía y la cultura autóctona, y el esfuerzo por mantener un ambiente tranquilo y cálido, lo más libre posible de ruido y contaminación.

Para que un municipio sea slow city debe tener una población inferior a 50.000 habitantes, no ser capital y tener cerrado el casco antiguo al tráfico, además de cumplir otros requisitos de carácter legislativo, medioambiental, y turístico. La primera ciudad lenta fue la italiana Bra. En el año 2003, 30 ciudades europeas fueron declaradas slow cities y otras tantas lo habían solicitado. En España Pozo Alcón (Jaén) y Nigüelas (Almería) ya han logrado esa denominación y Nigüelas, en la granadina Sierra Nevada, está gestionando su adhesión al movimiento.

En algunos países hay incluso agencias de viajes especializadas en ofertar visitas a ciudades lentas o rutas siguiendo los principios del movimiento slow. Una de ellas es Slow Travel Wine, Food and Nature (Viaje lento, vino, comida y naturaleza), una empresa chilena que propone viajes programados en los que el cliente come en las tascas más típicas, visita puestos de artesanía o recorre Parques Naturales.

lunes, marzo 05, 2007

Raquel Portela, Presidenta de la Federación de Jóvenes Investigadores

"La investigación es una carrera de obstáculos mal pagada"

EL PAIS- País Vasco

Bilbao acaba de acoger las quintas Jornadas de Jóvenes Investigadores, en las que científicos y representantes de instituciones europeas, españolas y vascas han analizado los retos de la investigación y su relación con la empresa y la sociedad. La Federación de Jóvenes Investigadores, que organizó las jornadas, reclama que la labor del investigador se reconozca desde su inicio como actividad profesional. Su presidenta, Raquel Portela (Santiago de Compostela, 1977), ingeniera química y doctoranda, demanda que se defina una carrera investigadora "eficiente y digna".

Pregunta. ¿Cuál es la situación de los becarios investigadores?

Respuesta. El Estatuto del Personal Investigador en Formación establece una fórmula para los predoctorales de dos años de beca con un sueldo de unos 1.100 euros y seguridad social sin prestación de desempleo, y dos años de contrato en los que, con las deducciones fiscales, el sueldo es menor, pero hay una cobertura plena de prestaciones sociales. Pero esa fórmula sólo es aplicable a las becas del ministerio y, en la práctica, cada organismo hace lo que quiere. Muchas becas no tienen ni seguro y el primer contrato laboral no suele llegar hasta los 30 años. Los becarios son mano de obra barata: tienen contratos a tiempo parcial que en realidad suponen una dedicación total. Las universidades limitan las ofertas a investigadores de valía que pueden conseguir un contrato Ramón y Cajal porque esa modalidad requiere un compromiso de estabilización.

P. Ante la escasez de investigadores, ¿hay que atraer a jóvenes extranjeros o remediar la fuga de cerebros?

R. El ministerio no ha articulado un mecanismo para la contratación de los posdoctorales, por lo que éstos vuelven a tener el estatus de becario. Los posdoc españoles están más valorados en el extranjero y reciben ingresos mucho mayores. Los gobiernos se esfuerzan en atraer a extranjeros cuando los investigadores españoles están bien valorados fuera. En vez de invertir en hacer más atractiva la carrera investigadora para que los españoles no se vayan, se atrae a personal de países asiáticos y latinoamericanos cuya carrera investigadora es aún menos atractiva.

P. ¿Cuál es la situación de los jóvenes investigadores en el resto de Europa?

R. En países como Holanda y Suecia contratan a todos sus investigadores con un aumento salarial a medida que ganan experiencia. En Portugal están probablemente peor. Quiero pensar que el objetivo del Gobierno cuando habla de Europa es compararse con los buenos, no con los malos.

P. ¿Es real la aspiración española de ser un referente en I+D a nivel europeo?

R. Me consta que las instituciones están apostando por avanzar, pero el resto de Europa también avanza. No me consta, en cambio, que vayan a terminar con la precariedad porque les supondría mucho dinero. Ponen parches ante problemas urgentes en vez de diseñar una planificación integral que solucione los problemas de base. No basta con poner dinero, centros y personal: hay que tener claro qué hacer con ellos y que las empresas se impliquen para que el conocimiento generado se aplique .

P. ¿Se ha descuidado a la universidad frente a los centros que realizan investigación aplicada?

R. Las empresas sólo ayudan a financiar la investigación si ven beneficios a corto plazo. Por ello, las instituciones potencian la investigación aplicada obviando que primero hay que generar conocimiento mediante la investigación básica. Se deberían medir los beneficios a largo plazo de la investigación básica, pero no sólo en términos económicos, sino también sociales. La Ley Orgánica de Universidades (LOU) introduce una figura exclusivamente investigadora, cuando hasta ahora la universidad se ha concebido como centro educativo. Con investigadores no docentes será más fácil no perder el tren.

P. ¿Cómo se puede evitar que los jóvenes investigadores prefieran esos centros?

R. Si en la universidad hay pocos investigadores y los pocos que hay se van al extranjero o a los centros tecnológicos, habrá que crear más plazas. Si hay plazas de investigadores atractivas, se cubrirán tanto con españoles como con extranjeros. Algunos organismos públicos están desarrollando mecanismos de captación para que en los últimos años de la licenciatura los buenos estudiantes empiecen a colaborar en algunos proyectos. Quien se gradúa no tiene una idea clara de dónde quiere trabajar: se coloca donde puede. La investigación es una carrera de obstáculos mal pagada que parece aportar más sufrimiento que disfrute, y eso no puede resultar atractivo. Si se cobrara tanto como en la empresa privada no habría pérdida de vocaciones.